En la memoria colectiva de los zapalinos hay eventos que marcaron una época. Entre ellos, la llegada del Turismo Carretera a nuestra ciudad ocupa un lugar destacado. Aquel Gran Premio Naftas YPF fue más que una carrera: fue una fiesta popular, un espectáculo deportivo de primer nivel y un hito en la historia del automovilismo neuquino.

La competencia se disputó sobre un circuito callejero que serpenteaba por los alrededores de Zapala, bordeado de cubiertas, polvo y un marco multitudinario. Miles de vecinos se acercaron para ver de cerca a los ídolos de entonces: Luis Rubén Di Palma, Juan Manuel Bordeu, Carlos Pairetti, Héctor Luis Gradassi, entre otros nombres que aún hoy resuenan como leyendas del TC.

La clasificación reflejó el nivel de paridad y talento: Di Palma ganó la primera serie con su Torino, Gradassi la segunda con su Ford Falcon, y Bordeu se impuso en la tercera al volante de un Dodge, completando un podio final inolvidable junto a Néstor García Veiga (Chevrolet) y Carlos Marincovich (Torino).

La carrera fue registrada por medios especializados y quedó inmortalizada en fotografías en blanco y negro que hoy nos transportan a esos días de ruido ensordecedor, olor a combustible, banderas agitadas y aplausos cerrados.

Más allá de lo deportivo, la llegada del Turismo Carretera a Zapala significó un reconocimiento nacional a nuestra ciudad. La organización, el acompañamiento del público y la pasión que se vivió en cada curva demostraron que esta comunidad podía ser sede de grandes eventos. Fue, además, una oportunidad de encuentro, orgullo local y crecimiento económico para la zona.

A décadas de aquel día, el recuerdo sigue vivo. Porque no se trató solo de autos girando a gran velocidad. Fue Zapala, vibrando al ritmo de sus motores. Fue la ciudad abrazando la emoción de una carrera que quedó grabada a fuego en nuestra historia.