Desde los primeros tiempos de la aviación, el hombre luchó en forma permanente por vencer los obstáculos naturales, convirtiéndose el avión en la llave mágica que separaría las barreras que impedían la comunicación entre países y continentes.
El 13 de abril de 1918: Zapala, el Teniente Candelaria sube a su precario avión monoplaza, tranquilo y atento. Con poca información meteorológica, se limitó a observar la jornada que le presentaba un viento aparentemente calmo. Después de varios intentos en días anteriores, se presentaba una nueva oportunidad. Quizás la última.
Estas son las memorias de este héroe de la aviación nacional, el primer piloto en cruzar la cordillera de los Andes, en épocas donde las aventuras solían terminar con la vida de los valientes.
En la segunda década del siglo, en esta parte del globo se desarrollaba una aviación para la paz, que pugnaba por descubrir nuevos horizontes, perfeccionando a sus hombres en la aviación civil y militar. En este ambiente, el 18 de septiembre de 1917, en la Escuela Militar de Aviación de El Palomar recibe sus alas de piloto el Teniente Luis Cenobio Candelaria.
El brevet siempre fue el mayor impulso que recibieron los pilotos para conquistar los cielos. Así, Candelaria con muy pocas horas de vuelo quiere conquistar el mundo con el avión y su mundo en esos momentos se ubicaba hacia el oeste, donde la gran cordillera de los Andes, maciza e imponente permanecía inalcanzable para los aviadores.
Debido a tan poca experiencia, sus superiores no aprueban la idea. Es demasiado arriesgado para un aviador que recién ha conseguido su brevet.
Es así como en abril de 1918 Candelaria llega a Zapala. Ya cree estar en la ruta correcta. Ubicado frente a la montaña concuerda con su mecánico Miguel Soriano la factibilidad de unir Zapala – Temuco por vía aérea.
Dos tentativas fallidas efectúa Candelaria los días 8 y 10 de abril. El viento y la nieve impiden que el avión pueda avanzar, obligándole a regresar a su base.
En horas de la tarde del 13 de abril de 1918, el pequeño Parasol despega finalmente rumbo hacia el vecino, pero desconocido país.
En horas de la tarde del 13 de abril de 1918, el pequeño Parasol despega finalmente rumbo a un destino incierto. Hacia el vecino pero desconocido país.
El Parasol toma altura, el suave ronroneo de su motor comienza a inquietar la montaña, cuya selva espesa jamás ha visto rendir sus picachos a un ave tan extraña. Sólo cóndores y águilas majestuosas son sus cotidianos invasores.
El Morane se empina por las cumbres y asoma tímidamente su hélice por las alturas de Lonquimay.
Sobrevolando cordones montañosos y bosques impenetrables, Candelaria presiente que el viaje se acerca a su término. Sobrevuela la laguna Galletue y comienza a descender sobrevolando hacia el sur los contrafuertes cordilleranos del sector chileno.
A lo lejos divisa un pequeño poblado y prepara su Morane para aterrizar sobre un terreno que piensa será el adecuado.
Pero la improvisada pista le juega una mala pasada y una cerca le provoca un brusco capotaje.
Candelaria salió por sus propios medios de los fierros retorcidos del Morane con el corazón henchido de emoción y una alegría que inundaba todo su ser.
Los Andes había rendido por fin su supremacía al avión y si bien el vuelo no se realizó por las altas cumbres, se había dado el primer gran paso para vencerlas.
Hasta el lugar acuden vecinos, quienes le comunican que estaba en Chile, en el poblado de Cunco.
Candelaria había logrado aterrizar en un lugar poco poblado, ya que las nubes y la bruma no le permitieron ubicar siquiera las proximidades de Temuco, lugar que no conocía, ya que nunca había estado antes en el país.
En su libro “Memoria de la travesía del Cruce de los Andes en Aeroplano”, Candelaria deja constancia de la hospitalidad y la cordialidad con que fue tratado desde el primer momento en Cunco, Chile.
De regreso, fue recibido como un héroe y recibió condecoraciones militares.
Falleció en Tucumán pero sus restos, como había pedido, descansan en el cementerio zapalino.
*Fuente de Información: Más Neuquén – Chile Crónicas
Cunco Chile Tte. Luis Candelaria Zapala