martes, junio 17, 2025

Plaza Pioneros y el significado del vocablo “Zapala”: un legado reconocido en Ordenanza 1920/25

*Imágenes registradas por Nakad Saade

Ordenanza 1920/25 del Concejo Deliberante de la ciudad de Zapala: La Plaza “Pioneros de Zapala” recibe su nombre oficial. Se reconoce a los pioneros que vivieron en Zapala antes de 1913 y se reconoce la definitiva interpretación del vocablo Zapala.
Recientemente, el Boletín Oficial de la Municipalidad de Zapala publicó la Ordenanza 1920/25, la cual oficializa el nombre de la plaza ubicada en la intersección de las calles Santiago del Estero y Santa Fe. A partir de ahora, este espacio llevará el nombre Pioneros de Zapala, en reconocimiento a quienes marcaron la historia y el desarrollo de la ciudad.
Por medio de esta ordenanza 1920, también se reconoce a Pablo Groeber , quien “según sus estudios de la lengua mapuche, dio la definitiva interpretación de la palabra Zapala”.
Zapala, proviene de la expresión mapuche “Trapal meu”, que significa “entre juncos”.


Esta ordenanza se sustenta en la investigación histórica publicada en el libro “Zapala El Origen 1792-1902” de Paola de Saade.
Plaza Pioneros de Zapala:
Entre los nombres reconocidos se encuentra Juan Millaqueo, nacido el 15 de agosto de 1860 en Zapala, siendo su familia la que le da el nombre al Cerro Millaqueo, más adelante llamado Michacheo. Newenden, su nombre se interpreta como “fuerza” y es la primera mujer que fue madre en este lugar, según los documentos con los que se cuenta hasta este momento. Otro nombre es Pío Ferreyra, primer poblador desde el año 1889, Alcalde, Comisario y empadronador en el censo de 1895. Otras mujeres y hombres que acompañaron como pioneros también son reconocidos y se puede conocer más sobre cada uno de ellos en el anexo a la Ord.1920/25.
Pablo Groeber:


Pablo Federico Carlos Groeber (1885 – 1964) fue un geólogo pionero en estudios estratigráficos, estructurales y tectónicos de la Cordillera de Los Andes. Nació en Estrasburgo y realizó sus estudios en universidades alemanas, adquiriendo una sólida formación en física, matemática, botánica, zoología, mineralogía y geología.
En 1911 llegó a Argentina y comenzó a trabajar en la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología, recorriendo extensamente las provincias de Mendoza y Neuquén. Fue docente en varias instituciones, incluyendo la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad de Buenos Aires, donde dirigió más de 23 tesis doctorales.
Uno de sus mayores aportes fue el estudio del levantamiento de la Cordillera de los Andes, desarrollando la teoría de las fases tectónicas, que describe el proceso como una sucesión de episodios de formación de diferente intensidad. Sus investigaciones fueron fundamentales para el desarrollo de la geología en Argentina y Chile. Estos estudios lo llevaron a elegir Zapala como punto de referencia para sus investigaciones.


Un aspecto fascinante de su perfil es su dominio de múltiples idiomas. Criado en un entorno bilingüe, hablaba a la perfección alemán y francés, y gracias a la influencia de su padre filólogo, adquirió también latín, griego, castellano, inglés e italiano. Ya en la Patagonia, aprendió el araucano (mapuche) en sus recorridas por Neuquén, estableciendo vínculos culturales con comunidades mapuches. Este acercamiento no fue superficial: elaboró un diccionario de toponimia araucana y evaluó tradiciones locales desde una perspectiva geológica, como lo demostró en su obra de 1926.
Groeber no se limitó al idioma como herramienta de comunicación, sino que también analizó leyendas y tradiciones mapuches desde una mirada científica. En su obra, integró saberes indígenas en la interpretación de los procesos naturales, algo que hoy consideraríamos una práctica interdisciplinaria avanzada. Su trabajo con el idioma araucano fue pionero en la integración de ciencia y cosmovisión local, revelando una sensibilidad humanista que complementaba su rigurosidad geológica.
Este enfoque se refleja en su estudio sobre la toponimia araucana donde analiza el origen y significado de numerosos nombres de lugares del Neuquén.


Su interpretación se basó en observaciones directas del terreno y en su profundo conocimiento del idioma araucano. Groeber notó que la zona de Zapala estaba rodeada de mallines y humedales con abundante vegetación de juncos, lo que hacía más coherente esta traducción. Además, trapal es una palabra mapuche que designa precisamente ese tipo de vegetación acuática, y meu indica ubicación o situación, como “en medio de” o “entre”.
Este tipo de análisis muestra cómo Groeber no solo traducía palabras, sino que relacionaba el lenguaje con el paisaje, otorgando a cada topónimo un valor geológico y cultural. Su enfoque fue profundamente respetuoso y científico a la vez, logrando una interpretación que trascendió la mera lingüística y se convirtió en un puente entre la geología y la tradición oral de las comunidades mapuches.
Estos reconocimientos, establecidos mediante la Ordenanza 1920/25, desde la interpretación definitiva del nombre Zapala hasta la puesta en valor de sus pioneros documentados, destacan la profunda relevancia de la historia y la identidad de la región, honrando la labor de quienes han dejado una huella indeleble en su desarrollo.

*Texto Ordenanza 1920/25:

 

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