El proyecto “Puertas Abiertas” de la escuela primaria Nº 25 es una propuesta que conecta la vida escolar de los y las estudiantes con los conocimientos de la comunidad local.
En el corazón del paraje Cancha Huinganco, la escuela primaria Nº 25 “Matías Cofre” se convierte cada semana en un punto de encuentro entre saberes ancestrales, proyectos pedagógicos innovadores y una comunidad profundamente comprometida. Con una matrícula de once niños y niñas y una dinámica multigrado, la escuela ofrece cuatro talleres que trascienden los límites del aula tradicional.
Uno de los más significativos es el proyecto “Puertas Abiertas”, una propuesta que conecta la vida escolar con los conocimientos de la comunidad local.
“Como su nombre lo dice, las puertas están abiertas a aquellas personas de la comunidad que quieran venir a enseñarnos lo que saben hacer”, explica con entusiasmo Mónica Tapia, docente a cargo del aula.
Mónica subraya cómo esta iniciativa transformó la experiencia de las y los estudiantes: “Cuando llegué a esta escuela, me encontré con infancias súper tímidas y este contacto con el otro les sirvió para que hoy puedan desenvolverse, hablar y participar, más allá de los saberes que adquieren”.
El vínculo con la comunidad ha sido el motor que impulsó nuevas propuestas. En el proyecto, profesionales del hospital de Tricao Malal visitan la escuela para ofrecer charlas tanto a estudiantes como a sus familias. Ya se desarrolló una actividad sobre los derechos de niños y niñas, y se prevén encuentros sobre primeros auxilios y derechos en la adolescencia. A la par, áreas municipales como Niñez y Adolescencia y Medio Ambiente también forman parte de esta red de articulación.
Una actividad muy esperada es el taller de danza folklórica, previsto para después del receso escolar, que formará parte del acto conmemorativo por el 120º aniversario de la institución, a celebrarse simbólicamente el 25 de septiembre. El proyecto fue declarado de interés municipal por el Concejo Deliberante de Tricao Malal. “Para nosotros, estas propuestas son fundamentales”, sostiene Tapia.
Además del intercambio con profesionales, el proyecto promueve la valorización de la cultura local: trenzado de cueros, hilado, tejido en lana y otras prácticas tradicionales encuentran su lugar en el aula. Incluso se abordó la temática de las Islas Malvinas mediante una charla especial.
“Ellos están felices, les encanta, porque, por ejemplo, están aprendiendo a coser a mano, que ha sido toda una odisea”, cuenta Tapia con una sonrisa. “Cosen a mano los bolsitos de material reciclado, aprenden a enhebrar la aguja, toman la medida de cuánto hilo van a necesitar… ellos, felices en ese mundo”, relató.
La propuesta educativa también incluye talleres de Laboratorio, Manualidades, Reciclado y Arte y Decoración de Jardines. Este último nace de la necesidad de aprovechar el amplio espacio que rodea a la escuela, transformándolo en un entorno más bello y funcional. El taller de Reciclado, por su parte, invita a resignificar objetos en desuso que los chicos traen de sus casas.
“Sin duda las familias acompañan muchísimo y en todos los proyectos que llevamos adelante, tratamos de involucrarlas porque para ellos la escuela es una institución muy importante”, destaca la docente. “Es una comunidad muy presente”.
En simultáneo, la comunidad educativa se prepara para un momento especial: el acto del Día de la Bandera, el 20 de junio, en el que todas las escuelas de la cuenca del río Curi Leuvú participarán de la tradicional promesa a la bandera nacional. Las infancias que integran la Escuela Nº 25 provienen de Cancha Huinganco, pero también de parajes cercanos como Ñireco, Cajón del Curí Leuvú y Tricao Malal.
Con raíces fuertes y puertas abiertas, esta escuela rural demuestra que enseñar también es compartir, y que el aprendizaje se potencia cuando se construye en comunidad.