En la década del ´80, recién recibido de guardaparque nacional, inicié la que –aseguro hoy con pletórica certeza- ha sido la mejor etapa de mi vida.
Soledad, silencio y permanentes apelaciones a la capacidad de asombro multiplicaban aquella bienhechora sensación de “sueño cumplido”.
Pero no todo eran rosas en el camino. La falta de presupuesto …
