sábado, mayo 18, 2024

Don Oscar Omar Crespo: a 70 años de su llegada a Zapala

Hace exactamente setenta años un veinteañero Oscar Omar Crespo, proveniente del pequeño paraje rural de Juan Tronconi, en el partido bonaerense de Roque Pérez, se radicaba en Zapala para comenzar a desempeñarse en la sucursal local del Banco de la Nación Argentina. 

Integrante de una familia de abuelos y padres trabajadores de campo, Don Crespo tuvo tres hermanos. Un erróneo diagnóstico médico de “soplo cardíaco”, evitó que hiciese el Servicio Militar Obligatorio, tras haber cursado la escuela secundaria en Saladillo. 

Uno de sus tíos lo inscribió para ingresar al Banco Nación. Hasta que un día llegó a sus manos el telegrama que le informaba de su incorporación a esa institución, pero debía mudarse a la inhóspita Zapala, en la provincia del Neuquén. 

El 14 de enero de 1954 Oscar Crespo descendió por primera vez del tren en la Estación Zapala, y caminó hasta el edificio del Banco Nación, en la actual intersección de Av. San Martín y Etcheluz. Por aquel entonces, el Banco ofrecía a su personal habitaciones para personas solteras. En una de ellas vivió los primeros dos años de su residencia zapalina. 

Luego, vino el casamiento con Chiche Campesi, y el nacimiento de sus dos hijos, Jorge y Alberto, y de su hija, Viviana. 

Tras cumplir con su jornada laboral en el Banco Nación, Don Crespo colaboraba con sus suegros en el negocio familiar, el Baratillo de Campesi, emplazado en calle Candelaria y frente a la Plaza Burdes. 

En 1983, Crespo fue designado tesorero de la sucursal del Banco en Cutral Có. Y dos años después, gerente de la sucursal Plaza Huincul. Previamente, había estado en comisión en las localidades de Bariloche, El Bolsón y Río Gallegos.

Mientras transitaban por una ruta bonaerense, un conductor imprudente produjo un siniestro vial que terminó arrebatándole a Chiche Campesi, su compañera por cuarenta años. Tras esta tragedia familiar, Oscar decidió mudarse a la provincia de Buenos Aires para afrontar la crianza de Viviana, de tan solo 11 años, y estar cerca de sus padres que comenzaban a envejecer. Crespo fue trasladado así a la sucursal de Navarro.

El destino quiso que Don Oscar pudiese rehacer su vida de la mano de Noemí, quien lo ayudó a criar a Viviana y sigue siendo su compañera desde aquel entonces.

Cada verano Don Crespo regresa a la región para reencontrarse con sus hijos, hijos políticos y nietos. Mientras camina por las calles de Zapala, recuerda a sus amigos Fantaguzzi, Krusse, Lamilla, Sánchez, Saya, Tenaglia, Urrutia, Wagner, entre otros. Añora los partidos de bochas en la Sociedad Italiana, los encuentros de fútbol en el Club Unión, los diálogos con los vecinos alrededor de la Plaza Burdes. 

Antes de regresar a la provincia de Buenos Aires, hará una escala previa, y ya clásica en su rutina estival, en las termas de Copahue. Mientras tanto, su familia y sus vecinos del “lado viejo” comienzan a imaginar su regreso en el próximo verano zapalino. 

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